Bajemos la curva de la angustia y ansiedad.

 

Escrito por: Mónica Oviedo Fernandez, Psicóloga – Licenciada en Psicología

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Bajemos la curva de la angustia y ansiedad.

¿Cómo se han sentido en las últimas semanas, en los últimos meses, ayer, hoy?  ¿Qué emociones han estado rondando en su cuerpo, en su mente?  ¿Cómo se han sentido en relación a los demás? ¿Han sentido ansiedad, angustia, incertidumbre, particularmente relacionadas con el futuro?  Seguramente se han sentido melancólicos por las cosas que se han dejado de hacer, por las personas que se han dejado de ver, por los abrazos y besos que ya no se pueden sentir…
 
En diciembre  de 2019  se reportaron los primeros casos en  Wuhan (capital de la provincia de Hubei, en China), de cómo un virus estaba haciendo estragos. Desde acá lo veíamos lejano, como simples espectadores aunque con cierto temor e incertidumbre. Sin embargo, sólo  bastaron  unas semanas  para ver el gran golpe e  impacto a nivel biosicosocial  que ha provocado a nivel mundial, que hizo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconociera al COVID 19 como una pandemia (11 de marzo de 2020).  Nuestro país, aunque lejano, no escapó a este fenómeno y se difundieron profusamente medidas de prevención y cambio de hábitos que debemos observar para relacionarnos de manera segura y responsable  para bajar la curva de contagio.


Sin embargo, hay una curva que se ha asentado silenciosamente y que ha ido en aumento paulatino, situación de la cual difícilmente puede salirse airoso. La OMS advirtió  hace unas semanas de las consecuencias para la salud mental que está provocando el coronavirus en el mundo y de las que pueden producirse en el futuro, con un posible aumento de suicidios y de trastornos a nivel emocional.


Un conjunto de situaciones sicosociales, entre otras el aislamiento físico, el miedo, la incertidumbre, el desempleo, están afectando a toda una población, en distinta frecuencia e intensidad, a lo que nadie está inmune. Se pueden expresar con malestares físicos (temblor, dolor de cabeza, pérdida de apetito, náuseas, dolor en el pecho, respiración más agitada), aflicción, sentimientos de tristeza, estar a la defensiva, sentirse nervioso, irritable, tener reacciones emocionales exageradas, ideas negativas recurrentes, insomnio o dificultad para dormir. Estas emociones y reacciones no sólo nos alteran el bienestar emocional, sino que también repercuten en la relación con quienes estamos conviviendo 24/7, en cuarentena, e incluso en el ámbito laboral.


Dentro de este contexto, existirán días negros, grises y otros de  hermosos colores. Es  normal sentir malestar emocional, dado el escenario en el cual estamos, pero si estas emociones, estos malestares, se mantienen en el tiempo puede afectar no solo la salud mental sino también la física, ¿Qué podemos hacer entonces para bajar esta gran curva de ansiedad y angustia? A continuación va una serie de actividades posibles, entre las cuales pueden elegir las que más les acomoden a sus requerimientos y entorno.

  • Recuerde circunstancias del pasado en las cuales logró sobrellevar situaciones de estrés, para rescatar la forma en que las enfrentó y así replicarlas, reconociendo con ello su propio kit de herramientas emocionales, que a lo largo de su vida la han fortalecido y han sido efectivas.
  • Rescate las creencias de las personas que amamos, pregúntele a su padre, madre o un familiar  de mayor edad, que le comente que ritual le compartía ante situaciones de crisis, para mitigar momentos de angustia y desesperanza. Puede que el mate o esa taza de té instaurada en su familia, tenga más de una historia.
  • Puede desarrollar la imaginación, y crearse  oportunidades para  aprender  nuevas cosas, o retomar lo que estaba pendiente. Realice una lista de lo que “siempre quería hacer” y que por falta de tiempo fue postergando.
  • Arriésguese a realizar cosas nuevas, un curso, bordar, nuevos platos de comida, juegue con los sabores, aromas y colores.
  • Inicie un proyecto propio, un árbol genealógico, una huerta, un blog, dibuje, o cualquier actividad creativa que ayude a darle un sentido a su vida en estas condiciones.
  • Mantenga el distanciamiento físico, pero NO el social! Ocupe las redes sociales, el teléfono, whatsapp, video llamadas, teniendo sí la precaución de filtrar la veracidad de la información que reciba, revisando en lo posible la fuente.
  • Destine un tiempo  reducido a ver las noticias de la TV, en las que generalmente priman hechos negativos que, viéndolos repetidamente,  no ayudan a la salud mental.
  • No es indispensable que reenvíe todo lo que le llega por estos medios. Antes de hacerlo, pregúntese si será un aporte o no. Puede que a quien se los mande esté pasando un mal día y una noticia o un mensaje puede aumentar su angustia o tristeza.
  • Mantenga rutinas  estables y flexibles para comer, dormir, el ocio, o las tareas de la casa, manejando la equidad de roles, de acuerdo a las necesidades del conjunto y dejando un espacio especialmente para usted.
  • Estar en cama y en pijama es cómodo, pero trate de reservarlo sólo para dormir.
  • No olvide realizar algunas actividades lúdicas, compartidas o en solitario.
  • Mantenga una actitud positiva, sea flexible a nivel cognitivo y emocional. Por ejemplo, si llueve, no lo vea como “mal tiempo” sino todo lo contrario. Llevamos años de sequía en el país, por lo que una buena lluvia en realidad es “buen tiempo” ya que limpia la contaminación del aire y favorece el acopio de reservas hídricas.
  • Escriba un diario de vida o de notas, que le van a ayudar a exteriorizar las emociones y a favorecer una mayor tranquilidad emocional.
  • Al despertar sonría y agradezca por un nuevo amanecer; piense que otros no tuvieron la misma suerte en esta crisis… y al fin del día rescate lo positivo de su vida, sus logros, sus seres queridos; los pequeños grandes detalles que hacen que valga la pena vivirla.
    

Aprenda a bailar bajo la lluvia…y disfrutarlo!

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